BREVE HISTORIA SOBRE EL BANDOLERISMO
Historia de Andalucía: El Bandolerismo en Andalucía
El bandolerismo como fenómeno, no se puede reducir a una determinada época histórica, ni ubicarlo en ciertas zonas geográficas, muy al contrario y por norma general va ligado al comienzo de la humanidad y en particular a la opresión y al descontento social, si bien serán los siglos XVIII y XIX los que verán el bandolerismo en su más alto apogeo.
En España el hecho del pillaje, del hurto y de la rebelión ya es constatable en la época romana, donde Viriato era calificado como capitán de bandoleros, que tras su muerte fue apellidado como “bandido”. De él continuamos con los almogávares, siempre habitantes de las fronteras y buscando el sustento de sus personas en sus enemigos, o los monfíes, moriscos salteadores, atacantes de los habitantes de las llanuras.
En ocasiones los bandoleros, llegaron a desafiar a ciudades enteras, como Diego Ordóñez que retó a Zamora y otros como Guinarte, Cadrell y el de Miñón que se atrevieron contra Barcelona, Lérida o Gerona en el S. XVI.
Coincidiendo con el nacimiento de la novela picaresca, el bandolero se transforma en pícaro, con la habilidad mental y física que le caracteriza.
Ya de esta época se nos traslada a la concepción más clásica del bandolero, en ocasiones cruel y violento y en otras luchador y activo por las causas más desfavorecidas, incurriendo en lo que los románticos trasladaron a través de leyendas e historias reales fuera de España, haciendo del bandolero una figura idealizada de mártir de las causas injustas y la opresión social y política.
El rasgo característico del bandolerismo, aquel en el cual se sintetiza todo lo que impone temor y causa alarma, es la complicidad de las clases elevadas y de las personas que ocupan posición o anarquía social, cuando la corrupción llega a este extremo, ningún resorte social es positivo, alzando a ciertos hombres, generalmente de estratos sociales muy populares, contra las órdenes establecidas, violentando de esta manera las relaciones entre pobres y ricos.
Pero va a ser el reparto de tierras y las imposiciones que esto conlleva, junto con el empobrecimiento de la población más acentuada por la invasión francesa, la que de píe al florecimiento del fenómeno durante el siglo XVIII.
Se puede definir el espíritu de los bandoleros, del que con frecuencia hicieron gala para con los más necesitados, como generoso y caritativo. Roban sin piedad a unos para, a veces, ceder generosamente a otros el producto de lo robado, convirtiéndose en los verdaderos benefactores y protectores de los ámbitos rurales más castigados por la pobreza y en ocasiones la hambruna. Realizan un acto vil y a continuación son capaces de un insólito rasgo de nobleza. Matan con saña y a poco protegen la vida de quién, desvalido, a ellos se confían. Viven enfrentados a la ley y a muchos de sus actos les anima un alto estilo de justicia.
Desde el punto de vista militar, los bandoleros toreros, cantaores de flamenco y en sus comienzos contrabandistas, escogerán la Serranía de Ronda, por la especial configuración geográfica que sus montañas les proporcionaba, como centro de operaciones; haciendo lo mismo con otros lugares como Sierra Morena, Sierra Nevada, y demás refugios montañosos de Andalucía, dado que el alto nivel de terratenientes feudales existentes en suelo andaluz, hacía de éste territorio el caldo de cultivo ideal para el bandolerismo.
Todo esto va a conllevar un inusitado auge del contrabando y el bandolerismo, suponiendo un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades y fuerzas del orden, que hasta cierto punto se ven impotentes e ineficaces ante un fenómeno social de tal magnitud.
Así, a consecuencia de todo esto, va a ser en el reinado de Isabel II y como sustento a la monarquía, ante la inseguridad y la delincuencia, como se decide la creación de la Guardia Civil, a través de dos decretos en el año 1844 (27 de marzo y 13 de mayo) bajo las premisas de; “conservar el orden público, la protección de la personas y las propiedades y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes”. Para organizar la nueva institución sería elegido el Mariscal de Campo, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, que reafirmó a este cuerpo como ejecutora del orden y la seguridad.
A través de la historia y en los siglos XVIII y XIX, nacieron los bandoleros más conocidos y aún recordados por el pueblo andaluz; los cuales harán fructificar de un modo destacable la publicación de romances sobre sus vidas y aventuras, novelas picarescas, folletines pseudohistóricos, pequeñas obras teatrales, novelas históricas, productos gráficos, y toda una multitud de documentos que van desde los cómics a las películas, pasando por una gran variedad de grabados y litografías que a continuación exponemos
Podíamos nombrar a: Diego Corriente, José Ulloa “Tragabuches”, Jaime “El Barbudo”, José María Hinojosa “El Tempranillo”, Joaquín Camargo “El Vivillo”, Francisco Ríos “El Pernales”, “El Bizco del Borge” y muchos más, finalizando el 18 de marzo de 1934 con la muerte del último bandolero que fue Juan José Mingolla “Pasos Largos”.