Joaquín Camargo Gómez

“El Vivillo”. (1866-1929)

Fotografía de el Vivillo

Natural de Estepa (Sevilla), “El Vivillo” nació el 4 de marzo de 1866 convirtiéndose en el décimo de los que serían dieciséis hermanos, haciéndose llamar así por la agudeza y agilidad mental que demostró poseer desde pequeño.

Al cumplir los catorce años de edad decide escapar de su hogar cansado de soportar los malos tratos a los que le sometía su padre para trabajar en diferentes haciendas y cortijos, hasta que a los 22 años vuelve a Estepa tras la muerte de su padre y contrae allí matrimonio con una estepeña llamada Dolores. Al tiempo decide marchar a Gibraltar para probar fortuna como contrabandista de tabaco, teniendo al poco tiempo que esconderse de la Guardia Civil y comenzar una vida de bandolero junto a personajes como “El Soniche”, “El Vizcaya” o “El Ignacio” por tierras de la Serranía de Ronda.

Tras toda una larga serie de robos y fechorías entre la leyenda y la realidad, entre la maldad y la generosidad, es encarcelado en varias ocasiones hasta que es absuelto entre 1912 y 1913, tras lo cual dictó sus “Memorias” al periodista Miguel España e intentó una nueva vida como picador de toros en la cuadrilla del diestro conocido como Morenito de Alcalá aprovechándose de sus dotes como caballista.

Bandolero - el vivillo

Aquella aventura taurina no duró mucho tiempo y a Joaquín Camargo le rondaba la cabeza volver a tierras argentinas. El periódico ‘El Popular’ recogía en su edición del 6 de septiembre de 1911 el paso por Málaga de este bandolero. «A bordo del trasatlántico Satrústegui -decía la crónica-, que zarpó ayer con rumbo a Buenos Aires, marchó el célebre ex-bandido Joaquín Camargo «El Vivillo». «El Vivillo» llegó el domingo a Málaga con el propósito de tomar pasaje para América en el primer correo. Le acompañaba su mujer y sus hijos. En nuestra población permaneció hospedado en una casa de huéspedes, hasta ayer por la tarde, que embarcó en el referido trasatlántico. Piensa «El Vivillo » establecerse en Buenos Aires, donde se dedicará a negocios mercantiles».

Viendo como solo cuatro años después muere su esposa Dolores dejándole en la más absoluta de las soledades, la cual le sumió en una profunda depresión que le hizo ingerir una solución de cianuro potásico que le quitó la vida el 16 de julio de 1929.

Acabó así la vida de Joaquín Camargo Gómez “El Vivillo”, un bandolero que pese a sus múltiples encuentros con la justicia salió de ellos airoso al ver como los cargos contra él se hacían inconsistentes, las pruebas dudosas y los procesos sobreseídos, saliendo de los estrados absuelto, y que nos legó una de las biografías del bandidaje más ricas y sorprendentes a la vez.

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